El dilema entre Riegos vs. Gloria está enraizado en la naturaleza humana y, por supuesto, en la gestión organizacional. Las carreras de automóviles no se ganan con los mecánicos y pilotos de la escudería sentados dentro de la fosa del taller. Alguien se tiene que sentar dentro del automóvil y conducirlo por la pista tomando algunos riesgos.
— «Sin riesgos, no hay gloria»… pero ¿cuánto riesgo justifica a la gloria?
— «Los riesgos proveen ganancias»… pero ¿cuántas ganancias amortizan el riesgo que se asume para lograrlas?
Vivimos enfrentando riesgos. Es imposible transitar por la calle sin correr algún peligro. Al montar una bicicleta, levantarse de la cama (o meterse en ella), innovando en algo que hacemos, o emprendiendo un nuevo proyecto. Toda actividad involucra algún riesgo; considerado como la posibilidad de sufrir pérdidas o daños.
Todas las personas necesitamos protegernos contra los riesgos involucrados en nuestras actividades y esto implica tres cuestiones muy simples:
- Saber reconocer los riesgos potencialmente implícitos que podemos enfrentar,
- Saber preparar estrategias eficaces para tratar con ellos, y
- Diseñar «planes de contingencia» para los casos en que se desencadene los peligros derivados de los riesgos que asumimos.
Es muy importante tener sensibilidad a los riesgos y estar preparados para ocuparse de solucionar lo que provoca un riesgo desencadenado ─para no pre-ocuparse por sus consecuencias, claro.
Alguien fabrica zapatillas con suelas importadas que vienen en un barco que se hunde en alta mar, retrasa el ciclo productivo comprometiendo sus finanzas. Un depósito de productos listos para ser distribuidos puede incendiarse, o falla el generador en medio de un proceso de termofijado del color en un horno con miles de piezas que forman parte de un pedido importante.
Generalmente se clasifican dos tipos de riesgos: el especulativo y el contingente.
- El riesgo especulativo es la incertidumbre acerca de si una actividad producirá una ganancia o una pérdida. Construir o contratar un espacio físico -como una planta industrial o un local- con dimensiones reducidas para bajar los costos de instalación podría resultar deficiente para el layout y/o funcionalidad que fue concebido; esto es un ejemplo de riesgo especulativo.
- Un riesgo contingente es la incertidumbre acerca de si puede ocurrir algún evento imprevisible que puede producir una pérdida. El «riesgo contingente» sólo puede producir pérdidas, nunca ganancias. Este tipo de riesgos generalmente está asociado a accidentes tecnológicos o de gestión (ser víctima de estafas o fraudes), pero también pueden tener que ver con contingencias climáticas, cataclismos naturales o conflictos sociopolíticos (un terremoto, una pandemia o una guerra). El riesgo contingente existe cuando la posibilidad de pérdida está presente, pero la magnitud de la posible pérdida es desconocida.
En resumen, el riesgo contingente es diferente del riesgo especulativo porque el riesgo especulativo conlleva tanto la posibilidad de perder o de ganar.
Cuando «hacemos negocios» pensamos en lograr beneficios, pero ¿también reconocemos que podemos perder? Para establecer una línea segura que no implique ninguna clase de riesgos, lo único que se puede hacer es: evitar hacer.
Sin embargo, las personas y nuestras organizaciones asumimos los riesgos que consideramos necesarios aceptar y entonces desarrollamos lo mejor que podemos, dentro de lo que nuestro «amor propio» y «autoconfianza» nos permiten planes para poder controlarlos.
También podemos considerar que existen riesgos controlados, que son riesgos calculados o ponderados con razonable predicción de sus potenciales consecuencias. Pero es necesario comprender que aún cuando existan procedimientos de gestión pertinentes para minimizar las pérdidas que podemos padecer, ninguna cantidad de cuidados pueden eliminar completamente los riesgos.
Entonces, podemos comprender que aunque toda «actividad exitosa» implica riesgos: podemos comprender y calcular qué es lo que podemos perder antes de actuar, y si tenemos o podemos conseguir los recursos suficientes para enfrentar las pérdidas implícitas en los riesgos que asumimos para lograr “la gloria”.